jueves, 7 de noviembre de 2013

Anatol

El martes 29 de octubre decidimos ir al restaurante "Anatol" en Polanco, dentro del Hotel Las Alcobas.  Hacía tiempo que lo había oido mencionar y con multiples halagos, por lo que fuimos a conocerlo.
 
La estetica del lugar me parecio muy agradable, maderas, fotografías de elementos gastronomicos y con unos garrafones negros que le dan un muy buen toque, quedando desde mi punto de vista, muy acogedor.
 
Hay que decir que se ve una muy buena inversión, es decir, los elementos son de clases desde las sillas y mesas, hasta los cubiertos, loza y cristalería.
 
La mesa esta bien presentada, sin mantel como viene siendo la tendencia ultimamente, sobrio pero elegante, tan solo con una servilleta, los cubiertos y una copa.
 
 
Desafortunadamente el formato de menú vuelve a ser la ya choteadísima tabla con clip. Aunque en este caso, lo distingue claramente el logo del restaurante incluido en ella. El menú esta bien distribuido, con letra clara, espacios suficientes y con una descripción breve de cada platillo. Me  parece un muy buen punto que incluyan informacion de los platillos, como por ejemplo el lugar de origen de la materia prima.
 
Escogimos de entrada unos "Camarones Rockefeller", que estan buenos sin ser nada, creo, memorables. Vienen varios camarones 26/30 cubiertos con la espinaca, crema y gratinados. Cumplen.
 
Tambien se probo la Sopa de Frijol que esta francamente muy buena, pues además del excelente sabor lo complementa un poco de foie gras. Sensacional. El punto negativo es la presentacion, pues al venir en un plato muy grande, la porción se ve muy pequeña.
 
De plato fuerte, y siguiendo la recomendacion del mesero pedí el "Brooklyn Sandwich", que viene en pan de centeno con una generosa porcion de Corned Beef preparado en casa, con ensalada de col y aderezo ruso. Francamente cumple con las expectativas. De guarnición trae unas papas a la francesa bien preparadas y aderezadas, aunque por alguna razón venían trozos muy pequeños, pero quitando ese mínimo detalle, valen la pena.
 
 
A todo esto, el servicio es amable, a veces un poco distraído, pero conocen bien la carta, saben que recomendar, y estan atentos y con una sonrisa. Con eso es mas que suficiente, muy lejano a lo que hoy en día se ve en la mayoría de los restaurantes mexicanos.
 
De postre nos trajeron un pastel de Chocolate con compota de ciruela, que cumplía de sobra. Imposible quejarse de nada, ni haciendo esfuerzos.
 
 
En cuanto al punto que nadie menciona en las reseñas, pero es MUY importante, los baños, cumplen a cabalidad. Es un baño individual, muy amplio, bien decorado, con personalidad, y lo mas importante, limpio.
 
 
Los precios son altos pero no prohibitivos, entre $500 y $700 por persona, pero al menos la calidad  y cantidad de las porciones son justas. Además de que como mencioné al inicio, el entorno ayuda a que el valor de los alimentos se perciba mejor. 
 
Salimos del lugar, y gente amable y sonriente del staff nos despide con una sonrisa y con una galleta.  ¡¡Bien!!  Ultimamente en los restaurantes se olvidan de despedir al cliente.
 
Regresaremos con seguridad.